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kanelboller

21 abr 2016

Poco nos queda ya, al parecer, de encender el horno todos los fines de semana. Es llegar el mes de junio y despedirse de él hasta por lo menos finales de septiembre. 

Cuando empieza el buen tiempo apetecen cosas frescas y cocciones fáciles, de aquellas que te permiten pasar horas y horas en la playa, paseando o en el campo. 

Pero todavía estamos a principios de primavera y lo mismo tienes un día buen tiempo y al siguiente diluvia lo suficiente como para creas que vuelve el invierno. 

Así que aprovecho estos días para probar cosas nuevas.

Por eso en cuanto vi la receta de los kanelboller sabía que los iba a probar.

Es curioso, porqué a mi siempre me ha gustado comer y probar todo tipo de alimentos, pero nunca he sido mucho de especias. Supongo que porqué ni en la cocina de mi madre, ni de mi abuela, ni de mis tías se han hecho servir.

Pero te aseguro que te estás perdiendo algo si no las pruebas en tu cocina. 








Cuando metes estos bollos de canela en el horno, te das cuenta de que en tu casa no se necesitan ambientadores. 

Recuerdas cuando éramos pequeños, aquellos dibujos animados, donde las señoras ponían los pasteles a enfriar en la ventana?? pues más o menos lo mismo, eres casi capaz de ver el aroma de los bollos extenderse por toda la casa.



Y si encima puedes aprovechar y llevártelos al lago de merienda ni te cuento. 


Aunque realmente no es un lago!! En medio de l'Empordà y muy cerquita de la playa, hay un centro de Sky acuático!! Y en invierno las instalaciones están cerradas, pero si eres respetuoso puedes entrar y disfrutar de una tarde maravillosa. Y mejor no te hablo del atardecer!!



La receta es fácil pero necesita tiempo. 

Ingredientes (para un porrón de bollos!!)

Masa:

600 gr. de harina de trigo
100 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
100 gr. de azúcar
325 ml de leche
35 gr. de levadura fresca
1 cucharaditas de cardamomo molido
1/2 cucharadita de sal


Relleno:

120 gr de mantequilla a temperatura ambiente
60 gr de azúcar
4 cucharaditas de canela en polvo
1/2 cucharadita de cardamomo en polvo


Para pincelar:

1 huevo
azúcar


En un cazo disponemos la leche y la mantequilla hasta que se haya derretido. La dejamos entibiar. Cuando ya no esté caliente desmenuzamos la levadura y la disolvemos bien.

A continuación agregamos el azúcar, el cardamomo y la sal, lo mezclamos todo bien.

Esta mezcla líquida la llevamos en un bol grande, para poder ir incorporando la harina por partes hasta que esté totalmente integrada. Nos quedará una masa lisa y suave.

La dejamos reposar durante una hora, y veremos como duplica el tamaño.

Aprovechamos el levado para preparar el relleno.

Mezclamos todos los ingredientes hasta que estén totalmente ligados. Reservamos.

Precalentamos el horno a 250º

Cuando nuestra masa ya haya levado, enharinamos nuestro espacio de trabajo y desgasificamos (quiere decir apretar la masa con las manos para que salga el aire) y la estiramos con un rodillo hasta conseguir una forma rectangular.

Extendemos el relleno por toda nuestra masa y doblamos la masa sobre si misma. Cortaremos tiras de unos 2 cm de ancho.

Ahora llega el momento divertido de darle forma. Solo hay que enrollarlas alrededor de los dedos en forma de espiral. El rabito que sobra se tiene que colocar en el circulo interior, para que parezcan bollos y no donuts.

Como hay que dejarlos reposar unos veinte minutos, los disponemos en una bandeja con papel del horno y los tapamos con un trapo limpio.

Cuando ya han levado, los pincelamos con huevo, con cuidado de no pincharlos y le espolvoreamos un poco de azúcar humedecida previamente con agua, para que queden como grumitos.













Los llevamos al horno y en 10 minutos estarán listos para comer!!


El TEA y yo

4 abr 2016

El día 2 de Abril es el día internacional del TEA.

Y hoy no traigo receta.

Hoy me voy a poner seria para hablaros de una realidad, de MI realidad.

Hoy voy a hablaros del TEA (trastorno del espectro autista) o Autismo como se conoce comúnmente.

Pero no voy a hablaros de los aspectos técnicos, de eso ya hay miles de páginas escritas. No voy ha hablaros de las dificultades con las que te encuentras. Hoy vengo a hablaros de nosotros, de nuestra familia, de él y de mi.



Algunas de vosotras ya lo sabéis, pero la mayoría no. Mi hijo Marc tiene autismo.

Y dicho así suena terrible. Y lo es, que no se engañe nadie. Pero en casa (y cuando hablo de casa no hablo solo de la familia, sino de todo nuestro entorno) el Marc es un niño más.

Al principio, cuesta mucho aceptar que lo que tiene tu niño precioso es TEA. Médicos, llanto, diagnóstico, llanto, información, llanto, decisiones, llantos...

Ais, si llorar diera dinero ahora mismo sería millonaria.

Es un mundo tan desconocido!!!.

Una vez leí una descripción que hacía una madre con un  niño con TEA hacía de su diagnóstico. Era más o menos algo así:

"Es como si durante mucho tiempo hubieses estado ahorrando para hacer un viaje a Italia. Aprendes algunas palabras, estudias su historia, te interesas por su gastronomía, su arte...

Y de repente y sin aviso previo te bajas del avión y te encuentras en Holanda.

Y Holanda es preciosa, pero tú no puedes parar de pensar en lo que te hubiese gustado probar la pasta, de haber visto el David de Miguel Ángel y en visitar el Coliseum.

Pero amigo, si te pasas el día pensando en lo que no podrá ser, no podrás disfrutar de los tulipanes, de el Gouda y el Edam, de Van Gogh."

Es una manera muy simplista de explicarlo, pero en el momento que lo leí me agarré a esa tabla de salvación.

Y claro que he tenido que aprender a comunicarme de otra manera, y a ser mucho más flexible, tolerante y paciente. He tenido que aprender a hacer las cosas de otra manera. Y de tener todos mis sentidos alerta para poder entender lo que le pasa. Pero lo que disfruto ahora de Holanda, no os lo podéis imaginar.

Es importante romper todos los tabús y clichés del TEA. Marc es un niño muy cariñoso (es mi "paparra", mi garrapata particular), intenta comunicarse a su manera, no es un niño superdotado o con discapacidad intelectual, y por supuestísimo no es un niño violento.

Pero lo más preocupante para una familia con un hijo que tiene cualquier tipo de trastorno, no es el futuro, que ya de por si es incierto, si no la falta de tolerancia.

Así que desde este pequeño rincón solo os pido que cuando oigáis hablar del TEA, no sea algo anónimo, ni un número más. Que sea Marc, o Hugo, u Oscar, o Jorge o miles de niños increíbles, con ganas de aprender, sinceros, honestos, cariñosos, luchadores que están detrás de esas siglas.

Un beso gigante. 

Inés. 
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